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Lo que me llevo del 2019

  • Foto del escritor: Antonia Guci
    Antonia Guci
  • 30 dic 2019
  • 5 Min. de lectura

¿Se acuerdan que en septiembre dije que iba a ser más constante con la publicación de entradas en este blog? Bueno ... hola jajaja.

Creo que lo hermoso de proponerse cosas es ir descubriendo en el camino cómo lograrlas, aunque fallemos en varias ocasiones. Hoy despido el año con la última entrada del 2019 y, agárrense, porque viene larga.


Si es la primera vez que me lees aquí ¡Bienvenido! Te presento la esquinita de mi mente que hasta ahora no conocías.


Este año lo empecé con los pies en la arena en Cancún, de la mano de mi Feñi y con la cabeza llena de sueños que no eran más que eso, sueños. Supongo que alguna vez han leído esa frase cursi que dice algo como "no me quiero ir a dormir porque la realidad es mejor que los sueños" (creo que no va así, pero me entienden) ... bueno, por primera vez en mi vida esa frase aplica a mi estado actual, así que les voy a contar un poquito sobre cómo llegué a sentirme así.


Para mí este estado de felicidad plena y de tranquilidad llegó gracias a la práctica espiritual. Llevo meditando un poquito más de dos años y medio y les juro que la meditación ha sido la práctica que más impacto ha tenido en mi vida (y la que a final de cuentas me la cambió). Si nunca han meditado los invito a que al menos lo intenten, porque de verdad los efectos que la meditación tiene sobre nuestra mente no se comparan con nada más en este mundo.


En la publicación anterior les conté que este año mi gran propósito fue salirme de mi zona de comodidad y, además de hacerlo viajando sola por primera vez, lo hice en mayo yéndome a un retiro espiritual de 10 días donde me conecté conmigo misma como jamás en mi vida creí que fuera posible. La magia de aprender a conocerse a uno mismo es que en algún punto del proceso empiezas a enamorarte de quien eres y, cuando por fin aprendes a amar cada aspecto de ti, incluso aquellos que no te gustan tanto, es cuando empiezas a ser realmente feliz.


Desde que somos pequeñitos nos llenan la cabeza con historias sobre el amor verdadero, las almas gemelas y todos esos cuentos que, a mi parecer, al final del día solo hacen que queramos ser de una forma determinada para poder conseguir ese amor con final feliz del que nos hablan en las películas ... la realidad es que si te enamoras de ti mismo ese final feliz lo tienes asegurado porque, no importa a quién tengas al lado, tu corazón siempre va a estar lleno de amor.


Este año me enseñó un montón de cosas, pero rescato dos que ahora considero de vital importancia:


1. No importa qué tanto te esfuerces, nunca le vas a caer bien a todos

2. No puedes compararte con otra persona usando la misma regla


Empezando con el primer punto, este año aprendí que siempre va a existir gente a la que le caigas mal (aunque no exista una razón de peso para ello) ¡Y eso está bien! Es imposible complacer a todo el mundo ... yo ya lo intenté y no hay nada más desgastante que eso, porque para poder caerle bien a todos tienes que contradecirte a ti mismo y literalmente dejar de ser tú mismo ... así que claramente es una tarea que no vale la pena.

Siguiendo con el segundo punto este año entendí que uno no puede compararse con nadie porque todos somos distintos. Todos percibimos la vida de formas diferentes y simplemente no se puede medir con la misma regla algo que no tiene la misma escala de medición. A lo mejor tú ves en Instagram a tu compañera de colegio que tiene un trabajo increíble y que vive viajando por todos lados, pero ¿Sabes si es realmente feliz? ¿Sabes si alguna vez volvió a hablar con su papá después de la pelea que tuvieron hace 5 años? O quizás ves las fotos en Facebook de ese ex que te rompió el corazón y lo ves con una sonrisa de oreja a oreja con su nueva novia, pero ¿Y si a ella tampoco la ama tanto como dice y la está engañando como lo hizo contigo?

No sabemos nada además de lo que vemos a través de nuestras pantallas, así que ¿Para qué te amargas pensando en que la niña que te hizo la vida imposible en el colegio ahora se ve feliz y realizada si no tienes ni la menor idea si es así en realidad como se siente? Preocúpate por tu proceso y el de nadie más. Enfócate en hacerte feliz a ti mismo y ya.


Algo que me ayudó mucho a enamorarme de mí misma fue aceptar esas cosas que otras personas critican, por ejemplo el hecho de ser una fangirl aunque vaya a cumplir 26 años. Si algo te hace feliz y te llena de alegría ¿Por qué te tienes que avergonzar? Si a alguien le parece raro o te critica por eso, cosa de ellos, que hablen lo que quieran hablar. De nuevo: Enfócate en hacerte feliz a ti mismo y ya.

A mí ser fanática loca de los artistas que me gustan me ha traído solo cosas buenas: amigos increíbles, conexiones inexplicables ¡E incluso la oportunidad de publicar mi primer libro! ¿Por qué tendría que avergonzarme de eso? Tenemos que aprender a querer y a abrazar esos aspectos que nos hacen ser nosotros, porque al final eso es parte de nuestra esencia y no hay nada más hermoso que ser fiel a quien eres en realidad.


Para mí este año que se viene es un reto enorme, porque si el 2019 se trató totalmente de poner en orden mi mente, el 2020 se va a tratar de poner en orden mi vida. Aprender a ahorrar, seguir formándome académicamente en lo que me gusta, descubrir cómo es vivir en pareja después de 6 años de estar en una relación a distancia, entre otras tantas cosas. Pero en realidad solo existe un propósito al que le voy a dedicar cada día de este nuevo año: ser feliz. Porque si no somos felices, ¿De qué nos vale todo lo demás?


Quiero aprovechar esta entrada para darles las gracias por ser una red de apoyo tan grande en mi vida, porque incluso sin conocerlos o ustedes conocerme a mí han sido capaces de entregarme una cantidad de cariño que todavía me cuesta asimilar. Si me preguntan qué fue lo mejor que me dio la vida este año la respuesta es sumamente sencilla: ustedes. Espero poder darles aunque sea una pequeña parte de la alegría que cada uno de ustedes le inyecta a mi vida porque se la merecen.


Feliz 2020 gente bonita, que en su corazón solo haya espacio para el amor.

 
 
 

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