top of page

Sin cerraduras no hay encierro

  • Foto del escritor: Antonia Guci
    Antonia Guci
  • 7 abr 2020
  • 3 Min. de lectura

La cuarentena, el aburrimiento y las ganas de salir corriendo al parque más cercano me resultaron una muy buena razón para retomar este blog (que se supone que iba a retomar en noviembre, y al final no hice nada, ups).

¿Cómo están? ¿Cómo se sienten? ¡Cuéntenme!

Yo estoy bien, me siento bien y hoy quiero hablarles un poquito de lo que esta cuarentena ha significado para mí.

Creo que hablo por todos cuando digo que jamás pensé que me tocaría vivir una pandemia y que iba a tener que estar encerrada en mi casa, trabajando desde mi comedor y aprovechando el paseo de mis perros como si fueran unas vacaciones en Bali.

Algo que me había propuesto hace unos meses era encontrar más tiempo para mí. Más tiempo para hacer lo que me gusta, para intentar cosas nuevas, para escribir, para meditar, etc ... y yo no sé si el universo se lo tomó muy literal o qué, pero estar en mi casa todo el día me ha dado ese tiempo que estaba anhelando.

Ahora ... yo estoy agradeciendo un montón que el planeta se esté tomando un respiro porque de verdad disfruto muchísimo estar conmigo misma, pero pienso en esas personas que no están acostumbradas a estar tan presentes en su propia mente y se me aprieta un poquito el pecho.

Me acuerdo cuando hacía de todo para no tener que lidiar con mi propia vida y les juro que no logro imaginarme lo que debe ser estar atrapado contigo mismo cuando eres experto en huir de tus pensamientos. Sé que es difícil abrir esa caja de pandora que tenemos adentro, pero de corazón creo que lo que está pasando es una llamada de atención para que todos abran esa cajita que está tan guardada y comiencen a sanar.

¿Se han comenzado a preguntar por qué siguen recordando esa pelea de hace mil años con esa persona que ya ni siquiera está en sus vidas? ¿Les ha entrado la curiosidad por saber de dónde viene alguno de sus miedos? Bueno ... es hora de empezar a encontrarle respuestas a esas preguntas.

Sé lo aterrador que es entrar a esas puertas de nuestra mente que tenemos con llave, pero hacerlo es tan gratificante. La única forma de liberarnos de nosotros mismos para poder empezar a ser quienes tenemos el potencial de ser es tomando ese llavero enorme y pesado con el que cargamos y empezar a quitarle el seguro a tooooooodas esas puertas que hemos ido coleccionando con los años, porque déjenme decirles algo ... la mente no es un laberinto. La mente no hay que llenarla de puertas cerradas que detrás esconden cosas que no queremos recordar. A la mente hay que llenarla de ventanas, hay que convertirla en un museo de paredes transparentes que te muestren a dónde lleva cada pasillo y qué es lo que hay detrás de cada cristal ... y cuando alguna ventana comience a empañarse hay que caminar hacia ella y limpiarla hasta que se vuelva a ver con claridad a través de ella.

No les estoy pidiendo que de un día para otro recolecten todas las llaves y tiren las puertas a patadas, porque eso es imposible. Hay llaves que ni siquiera sabemos dónde están y hay puertas que están tan escondidas que ni siquiera recordamos en qué momento aparecieron, pero si empezamos a dar pasitos, aunque sean chiquitos, vamos a empezar a encontrarlas todas y les juro que cuando abran la primera puerta algo dentro de ustedes se va a prender y van a querer recolectar todas las cerraduras que encuentren para después fundirlas y crear una única llave que les dé acceso a todo lo que hay en ustedes.

Los llevo en el corazón y espero que, además de que se encuentre una vacuna para este virus, se encuentren ustedes.

Estamos todos juntos en esto.

 
 
 

Comments


bottom of page