Respirar, replantear, recomenzar

Si estás leyendo esto hay 4 probables razones que te trajeron aquí:

1. Eres mi mamá

2. Eres del 0.0001% de personas que siguen usando Facebook

3. Estás suscrito a la página (gracias)

4. Me sigues en Twitter

Si formas parte del grupo de la razón número 4, entonces esto podrá parecerte un poco impactante, pero ser constante con la escritura (cuando va dirigida a alguien que no soy yo misma) es algo que me cuesta más trabajo del que me gustaría admitir. Si no me llenaran de corazoncitos y notificaciones recordándome que les gusta lo que escribo, probablemente habría dejado de escribir hace mucho tiempo porque simplemente soy un desastre cuando se trata de darle seguimiento a las cosas que empiezo. Pero bueno, antes que nada bienvenido a este rinconcito de mi cabeza que tuve abandonado varios meses por - nuevamente - la falta de constancia. Espero que en este espacio te sientas escuchado, seguro e inspirado.

Desde la última entrada que publiqué a finales de mayo las cosas han cambiado un poco. Sigo siendo la misma Antonia loca y desordenada (creo que jamás dejaré de serlo), pero logré ponerle orden a mi interior, un orden que mantiene mi cabeza despejada y mi alma llena de luz. Descubrí una rutina que no me cansa y que me ayuda a mantenerme presente a lo largo de todo el día, porque les recuerdo que no tenemos asegurado un mañana y el ayer no lo podemos cambiar. Más adelante les contaré en qué consiste y cómo llegué a ponerla en práctica, pero primero lo primero: respirar, replantear, recomenzar.

Esta página nació con la idea de dar información sobre aspectos relacionados con espiritualidad, veganismo, mindfulness, entre otras cosas, pero a lo largo del camino me di cuenta de que no sirvo para hacer cosas de forma "seria". Entendí que mi forma de comunicarme con el mundo es a través de lo simple, lo que nos hace sonreír a todos y nos ilumina por dentro, así que esta entrada marca un nuevo comienzo para este proyecto y espero que estén aquí al ladito de mí en el camino.

Toda la vida creí que los sueños que uno tenía llegaban de la nada y nos cambiaban la vida, como si se tratara de un boleto de lotería que justo nos ganamos nosotros porque nos tocaba, pero adivinen qué ... para que uno cumpla un sueño tiene que trabajar para poder lograrlo (una verdad terrible, lo sé). Mi sueño se ha mantenido igual ya por más años de los que puedo recordar: publicar una novela, ¿Y saben que es lo más complicado de ese sueño? ¡Que hay que escribir la novela! ¡Hay que ser constante y escribirla hasta terminarla! Y por eso quiero darle las gracias a cada una de las personas que estén leyendo esto y apoyen ese sueño a veces con más garra que yo misma. Quiero darte las gracias a ti que todos los días me escribes diciendo que mi historia te alegra el día, quiero darte las gracias a ti que etiquetas a tus amigos cuando te carcajeas por alguna de las idioteces que se me ocurrieron en algún capítulo, quiero darte las gracias a ti que me mandas palabritas de aliento en los días donde la inspiración simplemente se escapa y quiero darte las gracias a ti que estás leyendo esto con una sonrisa en la cara porque sabes que este sueño es tan tuyo como mío, porque la magia de las letras es compartida y no quisiera compartirla con nadie más que contigo, con cada uno de ustedes que me recuerdan que si soy constante entonces podemos hacer que ese sueño deje de ser un sueño y se convierta en una realidad.

Gracias.