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¿Tú a qué le tienes miedo?

  • Foto del escritor: Antonia Guci
    Antonia Guci
  • 21 may 2019
  • 2 Min. de lectura

Es natural tener miedos, pero creo que es más natural querer conquistarlos y hacerlos a un lado. Si lo pensamos objetivamente, todos nacemos sin tenerle miedo a nada, pero conforme vamos creciendo y nos vamos llenando de experiencias nuestra mente se olvida de lo audaces que podemos llegar a ser.


El miedo nace en una parte nublada de nuestra conciencia, en esa parte que no exploramos porque parece muy lejana y complicada para hacerlo. El miedo es un monstruo, uno muy poderoso que nosotros mismos alimentamos para que siga creciendo. Es como esa pequeña planta que aparece – y sobrevive – sin ser regada.


El miedo habita en una capa subconsciente de nuestra mente, haciendo que borrar su impacto sea una de las tareas más difíciles en nuestras vidas. El miedo nos asecha como un fantasma y nos roba, en silencio, el encanto de la vida.


Llevo una semana en un lugar lleno de magia, escondido entre árboles y con una vista increíble al lago de Valle de Bravo. Venir aquí significó enfrentar los miedos más grandes que vivían en mi mente y decirles que se fueran, que ya no eran bienvenidos.


Tuve que enfrentar el miedo a lo desconocido, a la soledad, a la interacción, a las arañas, a los sonidos extraños de la noche, entre otras muchas cosas que llegué a considerar banales. Tuve que entrenar mi mente para hacerle entender que la única forma de deshacernos de esos miedos era dándoles la cara.


Llegué aquí y conocí gente con miedos parecidos a los míos, con otros más sencillos y otros mucho más oscuros. Vocalicé mis preocupaciones y mis angustias y entendí que solo pueden hacernos daño si no hacemos nada por cambiar. Cambiar cómo pensamos, cómo vemos el mundo y cómo nos relacionamos con nosotros mismos.


Pete, un australiano amante de los insectos, me dijo una frase que se quedó grabada en mi cabeza: el día que dejes de tenerle miedo a tus miedos va a ser el día en el que experimentes realmente lo que es la felicidad.


¡Claro! ¿Cómo vamos a ser totalmente felices si en un rincón de nuestra mente hay algo que amenaza constantemente esa felicidad?


Estar aquí me ha enseñado a abrazar mis miedos, a darles la bienvenida mientras trabajo para despedirme definitivamente de ellos porque, si son un producto de nuestra propia mente, ¿Cómo no vamos a poder exterminarlos?

 
 
 

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